sábado, 22 de noviembre de 2014

Pared

- Cerrá los ojos y vení conmigo.
Sin miedo los cierro y la tomo de la mano. La oscuridad de mis ojos se metamorfosea en la oscuridad del mundo. Mis pasos intentan seguir los suyos que los guía, pero la realidad es que podría estar solo. Solo en el mundo oscuro, siguiendo sólo ruido, los ecos de sus pasos ya dado un millón de veces antes. Podría estar sosteniendo una mano fantasma y tampoco lo sabría, pero fantasma o no, sé que existe, yo la siento fría y sólida, me guía por el pasillo hacia el silencio último de todos los pasillos y puertas.
Con la otra mano puedo rozar la pared, retazos y fragmentos de sonrisas, una pared que aun sin mirarla estaba sin pintar, un rincón del aire que tampoco conocí, una lágrima indecisa en el ojo, un despertar de pesadilla. Siento la pared más cerca y más fría, cada vez más cerca. La mano que me guía aprieta más fría y más fuerte, cada vez más fría. Mis pasos siguen avanzando pero como si no hubiera habido uno anterior. El suelo desaparece luego de tocarlo porque no lo siento, cada paso se esfuma en lo negro porque nadie los ve ni los oye. Siento la pared más cerca, ya no tengo casi que estirar el brazo para tocarla. Está más fría, más cerca, como la mano que me guía.
Sigo rozando fragmentos con la mano, pero ya no es la mano que pudo haberlos tocado o que los tocó alguna vez. Siento la pared más cerca. El pasillo ya casi se cierra. Puedo sentirlo en el aire que no tengo y que tampoco me falta. La mano fría me aprieta más fuerte pero no me duele. Sí, ya sé. No falta mucho. Quiero abrir los ojos y ver algo, aunque sea oscuridad, pero verla. Ver la oscuridad, como cuando abrimos los ojos antes de despertar. Pero dijo que cerrara los ojos, tengo miedo de que me suelte. La mano está más fría, me aprieta más fuerte y no me suelta.
Mi otra mano ya no puede tocar nada más. Todas las imágenes se comprimen en mi cuerpo y me aplastan. La pared me aplasta, sin dolor, y la mano fría tironea en sus últimos intentos. Sí, ya sé. No falta mucho. Pero mis pasos ya no pueden seguir a nadie. Enloquecieron al no escuchar sus propios ecos y se desvanecieron en ellos mismos. Creo que podría estar pasándome lo mismo a mí. Tengo frío.
La pared cerró el pasillo. 
Ya no hay pasillo. Ahora es pared. Creo que estoy dentro. Y la mano fría me sigue sosteniendo la mano fría. Me tranquiliza con una caricia de huesos. Mi otra mano está libre ahora, pero tampoco ve, ya no hay nada ni algo que ver. No toca ni el aire que no hay. Podría tocar la nada pero tampoco existe. Esto es lo Concreto. Sé que si abriera los ojos, tampoco vería. Aquí en sus huecos ver no existe. La mano fría me acaricia huesuda.
- No abras los ojos, que ya llegamos.

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