sábado, 14 de marzo de 2015

La señora a la que todos saludan

Hay una señora a la que todos en la Ciudad saludan. Pasea a pasito veloz y sonriente, ya sea con su carrito de compras, paseando al perro o estrenando vestido. Se la ve por todos lados, y cada vez que se cruza con alguien, la saludan. Y es una acción tan simpática como involuntaria. Cuestión importante, porque en ese saludo espontáneo de agitar la mano, inclinar la cabeza o mencionar un nombre, yace, no sólo el misterio arbitrario del universo del cual surge la pregunta de dónde sale el impulso de saludar a la mujer, sino que también yace la completa ignorancia de quién es esa mujer. 
Nadie en la Ciudad sabe quién es, ni de dónde vino, en qué calle vive... Es decir que, cuando pasa por una parada de taxis y el tachero la saluda con un "Buen día, señora Silvia", en realidad el hombre no la conoce, ni sabe si Silvia es su nombre en verdad. Pero el impulso indescifrable es ese. Así, a la señora la llaman Silvia, Ofelia, Rachel, Raquel, Graciela, Doña Eva, Doña Carola, Doña Juana, Doña Cora, Señora Josefina, Solange, Berta, Sofía, Clara, Ashley y Marcela en menos de dos cuadras. Peor es cuando el mismo carnicero la llama Mademoiselle Juliette a la mañana y Rosa por la tarde.
Muy pocos se atreven a sospechar que esta señora es en realidad un fantasma. O por lo menos, el reflejo de una mujer en otra ciudad. La mayoría sólo confirma el hecho de que no importa quién sea o de dónde venga, y se conforman con divulgar la creencia de que si alguien acierta en saludarla con su nombre verdadero un día viernes entre las diez de la mañana y las dos de la tarde, se le cumplirá un deseo.
La señora, por supuesto, no se entera nunca de nada de esto. Ella sólo desea algún día conocer el nombre de todas esas personas que siempre la saludan. Aunque algunos sospechan que en realidad, el universo le tiene prohibido conocerlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario