viernes, 18 de diciembre de 2015

Perfección

El asesino había planeado todo. Iba a cometer el crimen perfecto. Lo repasó una última vez, paso por paso, en la secuencia imaginaria que proyectaba en su mente. Sí, un crimen verdaderamente perfecto. Nunca sería encontrado ni culpado de nada, pero no a causa de la incompetencia policíaca, sino por su talento. Estaba seguro. Al final, tras tanto escepticismo, la perfección existirá. La creará con sus manos, invisibles. Como un dios.
Esperó a que la calle quedara vacía. Se bajó del auto y tocó el timbre.

Días después, los investigadores confirmaron el suicidio de su víctima. No hubo otra explicación para ellos, los que persiguen huellas y pistas.
Más días después, investigadores, prensa, vecinos y los dos o tres familiares que se percataron de la muerte se olvidaron de todo aquello. Es el día de hoy que nadie siquiera sospecha del asesino.
Y el asesino se siente miserable.
El crimen ha sido perfecto. Pero nadie se enteró.

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